martes, 9 de junio de 2015

Nuevas formas de control social: el PANOPTISMO





Comencemos afirmando que desde que el hombre apareció sobre la faz de la tierra han existido ciertas estrategias y técnicas de vigilancia dirigida de unos grupos hacia otros, característica inherente en todas aquellas sociedades humanas donde la clase social está presente. Pero, la vigilancia como rasgo institucional, centralizado y omnipresente en la vida social de los individuos, es un fenómeno que se fue perfeccionado desde inicios la llamada época moderna, en su seno surge el desarrollo de las tecnologías que requiere el sistema económico-político llamado capitalismo .
La vigilancia se institucionaliza como un monopolio exclusivo de un sector de la sociedad: los dueños de los medios de producción. Por lo tanto, las nuevas formas de control social están relacionadas con el impulso de las nuevas tecnologías y la creación de sistemas de vigilancia que el capital requiere para su perpetuación.

Consideramos que las sociedades contemporáneas y sus estructuras social-políticas combinan principios democráticos y actitudes autoritarias de manera simultánea que tienden a definir un nuevo tipo de sociedad, utilizando para ello los avances en telecomunicación y computación para mediar la altivez del vulgo.

En realidad uno de los aspectos novedosos de éste tipo de sociedades que evoluciona a la par del desarrollo tecnológico será la combinación de su mayor intensidad y sistematización de las tecnologías, donde fundamentalmente la vigilancia será la estrategia que reemplace progresivamente a la coerción física como un medio para mantener el “orden” y la armonía de los individuos, buscando coordinar las diversas actividades de los grandes sectores de la población.

Este salto evolutivo de las formas de control social fue estudiado y descrito magistralmente por Michel Foucault en su libro de “Vigilar y Castigar” (1980).

Lo sorprendente del modelo de control social que descubrió Foucault, es que comenzó siendo una trágica historia de pérdida de libertad e intimidad, donde hoy es aceptado voluntaria y gustosamente por los sujetos. Se trata de una forma “suave” de persuadir y de hacer que se acepte esta invasión a la intimidad, ayudando a controlar y disciplinar las conciencias de los individuos y de los grupos.

Foucault en su análisis social esboza la importancia de la existencia y funcionamiento de la vigilancia, centrado en el desarrollo de un sistema carcelario.

En su propuesta se observa que se ha asistido en la conformación de un nuevo tipo de estructura social que remplazó a la antigua sociedad del espectáculo por una sociedad de la vigilancia que cimentó el perfeccionamiento de los dispositivos disciplinarios que aseguren el control y la “normalidad” de los individuos que formen parte de una sociedad históricamente determinada.

En esta sociedad de la vigilancia propuesta por M. Foucault podría llamarse también sociedad panóptica. Esta se caracteriza por reproducir la estructura y funcionamiento del poder económico, político, social y cultural. La sociedad panóptica es un símil de una prisión ideada que el arquitecto J. Bentham y que retoma Foucault en su esbozo social, donde la prisión tiene como finalidad maximizar la eficacia y minimizar la economía del sistema carcelario con el propósito de domesticar las almas.


Según M. Foucault, "el panóptico (...) debe ser comprendido como un modelo generalizable de comportamiento; una manera de definir las relaciones de poder en la vida cotidiana de los hombres (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

En la arquitectura del panóptico, la mirada (su ausencia o presencia) es poder, en eso reside el secreto de su éxito.




El panóptico, según Foucault, es “una construcción ... [de celdas y espacios] donde cada prisionero es perfectamente individualizado y constantemente visible [a los ojos de quien observa], mientras que, desde la celda, el reo no puede observar quien lo observa si es que lo observa alguien” (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

El panóptico se presenta como un dispositivo que concentra su eficacia en la nueva articulación del eje ver y sin ser-visto (fundamental en todo sistema de vigilancia). En palabras de Foucault “el panóptico es una máquina que disocia la pareja ver-ser visto” (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

De esta manera, el individuo que forma parte de la estructura panóptica se sabe en un estado de permanente vigilancia y eso garantiza su pasividad y control de sus movimientos. En el panóptico la inspección (desde la posición del poder, o sea de quien vigila) funciona sin cesar. La mirada está por doquier, aún sin estarlo realmente, ya que el diseño del dispositivo induce a aquel que está dentro de él a “un estado consciente y permanente de visibilidad”. Poco importa quien es el sujeto o el objeto de esa mirada, la garantía de su posible existencia alcanza para poner en marcha el engranaje de la relación dominante-dominado.

En las sociedades actuales donde la multiplicación y complejización de las relaciones interindividuales puede atentar contra el normal desarrollo y convivencia de los individuos ubicados en el sistema, es importante garantizar el orden social, es ahí que el esquema de poder disciplinario propuesto por el panóptico cobra importancia, debido a sus mecanismos de observación que son capaces de penetrar en el comportamiento de los hombres determinando sus tareas y sus conductas , asegurando con ello orden y adhesión social.

El alcance del panoptismo, ese sentido, es ilimitado, ya que “es capaz de reformar la moral de los individuos, preservar la salud, con el fin de revigorizar a la industria, difundir la instrucción, aliviar las cargas públicas, establecer la economía…” (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

El panoptismo se disemina en todos los niveles que conforman la estructura de la sociedad con el objetivo de profundizar su desarrollo: “se trata de aumentar la producción, desarrollar la economía, difundir la instrucción, elevar el nivel de la moral pública; hacer crecer y multiplicar” (Foucault, Microfísica del Poder: 1980).

No es de extrañar, entonces, que sea la sociedad moderna, más precisamente la sociedad capitalista, el reflejo del esquema panóptico ya que esta exige el máximo rendimiento al menor costo posible.

Desde una óptica marxista, si se dan cambios en la infraestructura económica (modo de producción, fuerzas productivas, etc.) estos cambios determinan también transformaciones en la superestructura social, y es en esta fase donde se exige una sociedad disciplinada y específica para evitar la desintegración social, al respecto Foucault señala: “nuestra sociedad no es la del espectáculo, sino la de la vigilancia; bajo la superficie de imágenes, se llega a los cuerpos en profundidad (...) se persigue el adiestramiento minucioso y concreto de las fuerzas útiles (...) estamos en la máquina panóptica, dominados por sus efectos de poder, que busca prolongar en nosotros mismos, ya que somos uno de sus engranajes” (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

Paralelo al desarrollo de los medios de producción y las fuerzas productivas, el avance tecnológico perpetúa el sistema, los mecanismos del poder se han intensifica y su aparato de control parece haberse perfeccionado para mantener alienados al populacho al sistema.

La mirada panóptica cuenta con numerosos aliados que garantizan su eficacia. Los ojos que vigilan se han multiplicado, para ello los medios de comunicación las telecomunicaciones y la computación han contribuido a afirmar esa fuerza de homogeneización que envuelve a los individuos en las sociedades contemporáneas.

En ese sentido, el poder panóptico asegura la docilidad y la utilidad de todos los elementos del sistema capitalista, pero sobre todo el más importante, el proletario.

Las imágenes captadas por las cámaras de video y reproducidas en monitores han impuesto un cambio en la relación de los individuos con el mundo, pero al mismo tiempo han multiplicado la mirada. La mirada se vuelve múltiple, los mecanismos panópticos del poder se intensifican y extienden sus redes atravesando a los individuos siendo vulnerados en su intimidad.

En los espacios cerrados (casa, escuela, fábrica, sindicato, iglesias, hospital, cárcel, universidades) el individuo es vigilado en todo momento y desde todos los ángulos posibles, el sujeto está inserto en un lugar fijo de la estructura social productiva y ante el menor de los movimientos se halla vigilado, controlado y registrado. En este BIG BROTHER, el control del (los) individuo (s) se muestra y mantiene permanente.

A través de un aparato detector se revisa el cuerpo, un televisor registra los rostros (los gestos), las computadoras permanentemente suministran información sobre los individuos, apenas sucede algo “anormal” en el individuo el poder lo detecta y lo trata de corregir. En esta sociedad de la vigilancia hay siempre una mirada que todo lo abarca y que lo sabe todo, existe un Gran Ojo.

Una sociedad de vigilancia puede ser definida como una sociedad del orden y como tal de progreso (ya que sólo en el orden es posible el progreso, reza el positivismo), pero de un progreso que, sin embargo, parece no haber traído grandes ventajas y beneficios para los individuos, sino, sólo para los dueños de los ojos vigilantes.

Asimismo dentro de una sociedad de vigilancia la burocracia es la cara visible del poder. Poder que no es detentado por nadie, poder que asegura su presencia a través de redes por donde circula información de los individuos y que mantiene en alerta al sistema ante alguna señal de sentimiento, emoción o pensamiento propio.

Este sistema reviste una importancia capital, ya que el esquema de vigilancia permite un pleno control y conocimiento de los individuos que deben ser deshumanizados. El poder se nutre de esa información diseminada en la “Gran Red”, ya que mediante ella puede perpetuarse y afianzarse apoyándose en las máquinas (computadoras), cámaras de video y monitores.

Para M. Foucault, el individuo forma parte del engranaje del poder, quien lo afianza con su presencia y labor. En palabras de Foucault: “el poder marca, caracteriza y tipifica al individuo dentro del sistema, determinando quien es normal y quien no lo es y de acuerdo con ello, establece pautas de conducta general a seguir”.

Consideramos que la burocracia es el lugar de la no-distinción, el cual reproduce un modelo panóptico de organización; el aparato burocrático desarrolla interrelaciones a distintos niveles jerárquicos, dividiendo el poder en departamentos que forman una cadena infinita para el sistema productivo en línea, que no permite saber cuál y quién es el primer y último eslabón de esa cadena.

El poder se ramifica y se multiplica, actúa y controla, pero no tiene centro, no hay una cabeza visible que lo detente efectivamente a ese poder.

En el panóptico se alcanza ese conocimiento abstracto del poder, que solo se especifica arbitrariamente a través de la burocracia (o sea de sus efectos), para que se vuelva efectivo.

En este sentido se cumple la predicción foucaultiana de que el poder panóptico automatiza (a los empleados como trabajadores autómatas que esperan a que la mirada de mando desaparezca para evadirse por un instante, consumiendo imágenes que el poder -los medios- proveen) e individualiza; el poder es siempre visible en sus efectos (la burocracia, los grandes edificios, la televisión, el radio, el jefe, el capataz, el policía, el soldado, el juez, etc.) pero nunca verificable concretamente, en tanto no hay una persona que lo ejerza, alguien que se responsabiliza por ese aparato. En suma, es una mirada que no tiene dueño.

En una sociedad panóptica, el poder basado en modalidades disciplinarias, la mirada impone una fuerza de homogeneización que garantiza su efectividad, borra las singularidades, paradójicamente multiplicándolas. El poder define la individualidad de las personas en tanto las clasifica, las jerarquiza, les otorga una utilidad, un lugar dentro del sistema, pero al mismo tiempo, les niega cualquier posibilidad de vivir esa singularidad que les concede.

Por lo tanto, la organización reemplaza a los nombres por números (los prisioneros son un número, el contribuyente es un número, el alumno es un número, el ciudadano es un numero como el CURP ), y a los rostros por máscaras (las cirugías estéticas deforman los rostros, los torturadores usan máscaras, los detenidos son encapuchados, las fuerzas de seguridad esconden su rostro dentro de un traje negro o gris).

Esa fuerza homogeneizante se impone no sólo sobre las almas (a través de la imposibilidad de afirmar la singularidad), sino también sobre los cuerpos y mentes.

De acuerdo con lo expuesto hasta el momento, a diferencia de un sistema tradicional (la sociedad del espectáculo), los términos de la eficacia de un sistema de poder se miden por su presencia y por su invisibilidad. De ahí su éxito.

En la sociedad de la vigilancia los individuos sufren un cambio trascendental y se definen solo por su anomia, su ausencia, por su invisibilidad o, lo que es lo mismo, por su presencia ausente.

El panoptismo “hace de modo que el ejercicio de poder no se agregue desde el exterior, como una coacción rígida o como un peso, sobre las funciones en las que influye, sino que esté en ellas lo bastante sutilmente presente para aumentar su eficacia aumentando al mismo tiempo sus propias presas” (Foucault, Vigilar y Castigar: 1980).

El poder circula, decide, actúa, pero el individuo al que somete no es capaz de identificarlo concretamente. Su presencia es evidente en todos los niveles de la vida social, su profusión de redes lo convierte en una ausencia aparente y le otorgan un estatuto de inaccesibilidad que garantiza su eficacia y existencia.

Concluimos que:

• Los nuevos mecanismos de vigilancia de tipo panóptico tienden a difundirse cada vez más y a medida que estos mecanismos se vuelven más sutiles, se tornan también más amplios, ejerciendo más control que antes, sin que las personas lo perciban y se molesten.

• El panóptico es una forma de vida en la medida que las personas aceptan que el seguimiento es inevitable, sus hábitos cambian. El dominio privado se estrecha; parece irónico alarmarse porque ahora sea invadido, cuando en realidad habría que preocuparse por determinar cómo se redujo tanto.

• Cuando el panóptico se convierte en característica de la vida en comunidad, la diferencia entre el espacio “público” y lo “privado” se hace difuso.

• Uno puede decidir no recurrir a la utilización de tales tecnologías, evitando así que se le restrinja su libertad personal.

• Pero, se corre el riesgo, a la vez, de perder otros tipos de libertades y oportunidades que esas nuevas tecnologías ponen a su disposición.

• Al respecto, hay quienes afirman que, "hay pocas dudas de que dentro de una gama sorprendentemente amplia de actividades las personas eligen perder su intimidad por su seguridad".

• Lo anterior definiría un “Pacto con el Diablo”: la intimidad que se intenta “proteger”, pero hace tiempo que está restringida.


fuente

García Jiménez, R.: El panoptismo: nuevas formas de control social, , en Contribuciones a las Ciencias Sociales, diciembre 2009,www.eumed.net/rev/cccss/06/rgj2.htm



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