Fuente: El Grillete y
Cadena del Matrimonio http://www.elmoalanis.com/parejas/el-grillete-y-cadena-del-matrimonio.html#ixzz3m2vTiz9g
Dice el dicho “los
que están fuera quieren entrar y los que están dentro quieren salir”.
El matrimonio no es
fácil, pero puede ser muy divertido, con un poco de humor cualquier situación
en la que se fuerza algo se convierte en una comedia.
El estar casado
significa que uno está amarrado a alguien, encadenado para ser más exactos,
tenemos un grillete al cuello y de él pende una cadena que parece limitarnos
nuestra libertad.
Ya no podemos hacer
lo que queramos, porque el bienestar de otra persona depende de nosotros,
nuestra vida ya no es sólo nuestra, acordamos compartirla con nuestra pareja.
Compartimos los
momentos tristes, pero sobre todo debemos compartir los momentos alegres, de
hecho estamos comprometidos a procurar que sean más los momentos felices.
El matrimonio unido
por una cadenaLa cadena de nuestro grillete al cuello puede volverse muy pesada
o muy ligera, depende de cómo llevemos nuestra relación, y sí, sé que la imagen
de una cadena no es agradable, muchos románticos podrán decir que el matrimonio
es una unión espiritual y que las cadenas no tienen cabida aquí y que es el
amor lo que une a dos personas libres… ¡qué lindo pensar así!
Pero qué ingenuo
también.
Cuando uno se casa se
pone al cuello un grillete y de él sale una cadena, que no lo veamos así en un
principio es porque muchos se casan románticamente, pero luego, con el paso de
los años, empezarán a sentir que algo les molesta en el cuello, y cuando
quieran correr libremente se verán detenidos bruscamente por la cadena del
matrimonio.
Es ahí cuando algunos
querrán recuperar su libertad, cuando querrán quitarse el grillete para
perseguir libremente a las mariposillas de la calle. O peor aún, hay quien
oculta el grillete para pasar por soltero sin pensar que ocultarlo no es
quitárselo y que tarde o temprano su pareja tirará de la cadena y no será
agradable para ninguno de los dos.
Estamos encadenados
del cuello, ¿por qué buscarse más problemas?, y viéndolo así, ¿por qué
aceptamos estar encadenados con un grillete al cuello?
Es ilógico y estúpido
ponernos voluntariamente un grillete al cuello y darle la cadena a otra persona
y sin embargo lo hacemos al casarnos.
Lo que pasa es que a
veces olvidamos algo importante: el final de la cadena no está en la mano de
nuestra pareja, el extremo de la cadena que sale de nuestro grillete va a dar a
otro grillete que está en el cuello de nuestra pareja.
Ambos tenemos un
grillete al cuello que representamos en las argollas de matrimonio, estas
argollas llevan el nombre de nuestro dueño.
¡En el amor no hay
dueños! Podrá decir alguien, cierto… pero en el matrimonio sí, yo soy de ella y
ella es de mí, ambos nos poseemos mutuamente y como lo correcto es cuidar
nuestras posesiones pues yo cuido de ella y ella cuida de mí.
A veces ocurre que
uno de los dos desvía el objetivo del matrimonio y toma la cadena con sus
manos, controlando así a su pareja, eso no es bueno para el matrimonio, pero
tiene un “simple” remedio: recordar que la cadena realmente termina en su
cuello, entonces podemos levantarnos y al mismo nivel arrebatar la cadena de
sus manos para luego soltarla nuevamente. Claro que esto es más fácil de decir
que de hacer, pero para eso estamos los psicoterapeutas de pareja, para apoyar
en estas situaciones a las relaciones.
El matrimonio
funcionará cuando ambos caminen hacia el mismo rumbo, si los dos tienen
diferentes objetivos en la vida caminarán a distintos lados y llegará un
momento en que tensarán la cadena y no podrán avanzar más, o también puede
pasar que uno camine hacia donde quiere arrastrando al otro, tampoco es una
situación favorable, porque es como llevar un ancla.
Si ambos caminan
juntos hasta olvidarán que llevan una cadena.
La cadena no es mala,
da seguridad a ambos, porque si uno cae en desgracia el otro podrá rescatarlo
tirando de la cadena.
Si sentimos que nos
molesta en el cuello pues de seguro a nuestra pareja también le está molestando
y es señal de que se debe ajustar el rumbo.
Existen matrimonios
con problemas en los que en lugar de romper la cadena por lo sano, le agregan
más eslabones, haciéndola más larga para poder “seguir unidos” pero estar lejos
uno del otro, cada quien siguiendo un camino distinto y muchas veces con malas
compañías. Qué triste.
Ahí aplica el otro
dicho de “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.
¿Y no es acaso una
especie de prisión esto de la cadena del matrimonio? ¡Por supuesto que sí! Como
lo es una casa cerrada con candado para que nadie de la calle entre por la
noche.
Suena feo decirlo,
pero ¿a quién le va mejor, a un perro de la calle o a un perro de casa?
A nadie le gusta
hablar de cadenas, todos quisiéramos pensar del matrimonio como basado en el
amor y el amor es libertad, y por supuesto que debe de haber amor en el
matrimonio… y sexo, pero el amor a veces se ausenta por corto tiempo, a veces
la tentación es más fuerte, a veces el mismo amor que sentimos nos hace no
pensar claramente.
Si mi estimado lector
busca romanticismo lo encontrará con los poetas, siendo yo psicólogo debo de
ser realista, debo de trabajar con lo que sucede y no con cuentos de príncipes
y princesas.
Aunque ciertamente el
matrimonio bien llevado es mejor que un cuento de príncipes y princesas, en
primer lugar porque hay sexo… y ya no se me ocurre nada más. Lo que pasa es que
tener relaciones sexuales con quien se ama, con quien se comparte la vida, con
quien nos conoce y conocemos bien, es inmejorable, por eso a ESO se le llama
“hacer el amor”… por cierto, esto no lo digo por romántico, esto es una verdad.
La cadena del
matrimonio no es para quitarnos libertad, es para mantenernos cerca de nuestra
pareja, yo cerca de ella y ella cerca de mí, no queremos alejarnos y mucho
menos perdernos.
Como los alpinistas
que se unen con cuerdas entre ellos, mientras sienta esta cadena me sabré
seguro y sentiré que no estoy solo. Por esta cadena sé que yo soy su señor, y
ella es mi señora.
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