Fuente original: http://www.akoras.com/
La búsqueda de una mejor
productividad personal se convierte en algo apasionante, primero como vía para
llevar orden a nuestra vida y alejarnos del estrés, pero a medio plazo se
convierte en una forma para moldear nuestro comportamiento y forma de ser. Aprendemos
a gestionar nuestro quehacer con distintos métodos, pero para conseguir un
cambio efectivo debemos ir más allá y cambiar nuestras pautas de
comportamiento.
De forma implícita o
explícita nos vemos obligados a actuar de forma distinta. Muchas cosas cambian
sin darnos cuenta, al implantar un método o una técnica que mejora nuestro
trabajo, estamos cambiando – sin darnos cuenta- nuestra forma de hacer. Unas
pautas establecidas que se van asentando en nuestro subconsciente por medio de
la repetición. Uno empieza actuando diferente porque se lo dicta su método de
trabajo, anotando todos los detalles e ideas que se le pasan por la cabeza, o
dedicando tus 2 horas semanales a revisar tus asuntos, sin embargo esto se va
convirtiendo en algo menos forzado, más asumido, hasta que un día se acaba
haciendo de forma totalmente natural e integrada, sin darse cuenta.
El problema se presenta
cuando debemos introducir un hábito de forma explícita. Hay algo de tu rutina
que quieres cambiar para obtener una mejora, pero está totalmente arraigado a
ti. Resistencia generada por años de actuar de la misma forma.
Si decidimos lanzarnos por
un cambio total y de forma repentina damos un paso hacia el fracaso. Para
vencer la resistencia y conseguir sacar algo en claro hay que lanzarse a un
proceso de diversas fases:
Cambio de actitud. El
primer paso consiste en darse cuenta que algo no va bien, o que podría ir
mejor, y que dicho lastre está producido por nuestra forma de actuar. Una vez
localizado y acotado hay que querer cambiarlo.
Motivación y convicción. O
dicho de otra manera, el momento en que se crean las condiciones para iniciar
el cambio. Más que en un sentido anímico hablo de encontrar y entender aquello
que vas hacer en lugar de lo que estás haciendo ahora. Una vez sepas el que,
visualiza la situación de éxito donde que estas buscando. Esta imagen te dará
la fuerza y las ganas para batir las resistencias que se presenten durante el
proceso.
Introducir el cambio en
nuestra rutina. En un primer momento puede resultar difícil acordarse de dar
ese primer paso. Por ejemplo si quieres implantar el hábito de levantarte
temprano, anota en tu lista diaria de tareas poner el despertador a una
determinada hora. Durante las primeras semanas te ayudara a no pasar por alto
esta cuestión. Por otra parte ver la tarea anotada reforzará la convicción para
llevarla a cabo.
Seguir un camino de
pequeños pasos. En situaciones donde hay que modificar distintas pautas de
comportamiento es bueno fijarse pequeños objetivos que puedan completarse
gradualmente. Cuando quise implantar el hábito de recopilar, antes me vi
obligado a implementar micro hábitos como acostumbrarme a llevar siempre algo
para anotar, detener mi actividad cuando viene la idea para anotarla, repasar a
diario lo recopilado para enviarlo a mi bandeja de entrada… Tomate un tiempo en
pensar cuales son los pasos que forman el cambio que persigues y según su
complejidad organízalos en forma de secuencia.
Gestionar el éxito o el
fracaso. Si sale bien recompénsate. Un pequeño regalo, una pequeña concesión
ayudara a reforzar la visión de lo hecho como algo positivo. Si la cosa no sale
como esperabas no te castigues y analiza en frio porque no ha salido como
debiera, recaba información y prepárate para empezar de nuevo el proceso.
Como dices es difícil cambiar un habito y más cuando no vemos los resultados esperados, en mi caso me frustra y en vez de seguirle me doy por vencida, acabo de caer en quetengo que buscar otra alternativa y no dejarlo, deberé tener más fuerza de voluntad para llevarlo a cabo. Gracias
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