Algo
para reflexionar y ubicarnos
Recopilado
de: blogs.eltiempo.com
Imagen:
guioteca.com
¿Por qué no darle un
vuelco a la vida? Si somos plenamente felices con lo que estamos haciendo y
tenemos todo aquello que soñamos, la pregunta resulta ridícula.
Pero… si nos está invadiendo la rutina, si
estamos trabajando solo para pagar lo que debemos pagar, solo para sostener a
nuestra familia, esperando que llegue la quincena para ello, aunque estemos
haciendo lo que nos gusta, ¿qué
estamos haciendo con nuestra vida? ¿Cuándo la vamos a disfrutar?
Estemos en lo que
estemos, hagamos lo que hagamos, disfrutemos lo que disfrutemos con lo que
hacemos, si solo nos dedicamos a ello, ¿qué estamos haciendo con nuestras
vidas?
Hoy podemos ser muy
importantes, tener el mayor poder, incluso el mejor sueldo, pero si todo eso
nos aleja de nuestra familia, o nos representa tanto tiempo que no podemos
disfrutar del olor de una flor, de la risa de un niño, del abrazo de un hijo,
¿qué estamos haciendo con nuestras vidas?
¿Nacimos
para llegar a un trabajo y agarrarnos con los otros porque
no hacen esto o aquello, para tratar de sobresalir, para huir de las envidias,
para hacer que los otros hagan las cosas como nosotros queremos que se hagan?
¿Nacimos para creernos
los dueños de la empresa y quererla tanto que peleamos día a día para que sea
mejor, sin pensar si realmente nosotros, en nuestro interior, somos mejores?
Porque es que llegamos a
querer tanto a una empresa que le damos toda la vida a ella y a veces nos
olvidamos que si bien eso es importante, no hemos compartido con los nuestros,
no hemos hecho lo que soñamos, con la disculpa de que no tenemos tiempo.
¿Y entonces cuándo?
¿Vamos a esperar a que la empresa se acabe o a que nos despidan para, ahí sí,
cumplir nuestros sueños?
Lo digo yo, que le he
dado mi vida a unas empresas y les he dado lo mejor de mí, pero que ahora
extraño no haber ido al asado que organizaron todos mis primos por parte de mi
mamá y al que solo falté yo, porque estaba ocupado, en lo que más me gusta,
pero en lo que ahora me pregunto si no hubiera sido bueno hacer una pausa y
llenarme de energía con todos ellos.
Cómo los extraño. La
vida, gracias a Dios, me ha dado muchos triunfos. Pero también me ha dejado
esos sinsabores que son los de no estar con mi familia en algunos momentos en
los que pude estar. Con la disculpa de que estoy ocupado o tengo turno, que en
realidad no vale. Algo puede hacer uno para arreglarlo.
Afortunadamente, después
de muchos desaciertos, la vida me ha enseñado que cuando suena el teléfono
y es mi hijo, hay que dejar lo que se está haciendo porque esa llamada es lo
más importante. No la reunión que enfrentamos o el negocio que estamos
cerrando. Si un hijo llama, ahí tenemos que estar de inmediato. Si no lo
entienden los demás, que no lo entiendan. Pero primero están ellos.
Si me llama un hijo
porque no encuentra su mascota, está por encima de todo lo que yo tenga que
hacer. Porque nosotros nos debemos poner en el caso de nuestro hijo, para quien
eso es de suma importancia.
Si me despiden por ello,
me voy feliz. Porque no le fallé a mi hijo. Ya Dios nos ayudará a salir
adelante.
Por eso este blog es un
llamado a que le demos un vuelco a nuestras vidas, si es que necesitamos
hacerlo. Que pongamos nuestros verdaderos valores por encima de todo. A
que le demos prioridad a aquellos que en verdad nos hacen felices. A que no
digamos más ‘es que no tuve tiempo de llamar o de contestar o de ir’. A que
cambiemos de trabajo, si el que tenemos no nos hace felices.
Cojamos ese teléfono,
llamemos a nuestros hijos, a nuestros padres, por más ocupados que estemos, y
prioricemos nuestra felicidad y la de ellos. Disfrutemos la vida y seamos
felices. A veces, un simple ‘te quiero’ hace la diferencia.
¿Usted cómo le daría un
vuelco a su vida?.
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