jueves, 17 de julio de 2014

Daniel Gilbert: "Los casados son más felices"


"Ante una experiencia traumática, creamos una felicidad sintética para sobrellevarlo", afirma el profesor de Psicología de la Universidad de Harvard

Los Casados son mas felices

Dan Gilbert (Estados Unidos, 1957) llegó a la psicología por azar, ya que a él lo que realmente le interesaba era aprender a escribir ciencia ficción. Pero lleva años dedicado a investigar, desde la Universidad de Harvard, el funcionamiento de la mente, y ha explorado a fondo los límites de la felicidad. Gilbert sostiene que este sentimiento motiva todos nuestros actos, pero somos víctimas de los trucos que nos hace nuestro propio cerebro, que nos engaña constantemente.

¿Qué se dicen dos profesores de Psicología cuando se encuentran por el pasillo?
Ja, ja, es un viejo chiste. Se dicen "Hola, tú estás bien, ¿y yo?".

Sí, se lo oí a usted. Explicaba que nos cuesta identificar nuestros sentimientos, pero sí sabemos que sólo queremos ser felices. ¿Cómo lo logramos?, ¿cuál es el secreto de la felicidad?
Sabemos cuál es el secreto de la felicidad, sabemos con qué cosas podemos obtenerla y otras con las que no, pero no sabemos cómo conservarla. Y está bien así. Nuestras emociones tienen que fluctuar, si siempre fuéramos felices no estaríamos motivados para hacer cosas. La felicidad es un sitio que podemos visitar pero no quedarnos ahí.

¿Está sobrevalorada entonces la felicidad?
Al contrario, está increíblemente infravalorada. No nos gusta hablar de este sentimiento tan complejo, pero motiva todos nuestros actos. ¿Por qué queremos ser felices? No hay una razón, la felicidad es la razón más importante para todo lo que hacemos.

Pero a todos no nos hacen felices las mismas cosas.
Claro que sí. Es otra ilusión que tenemos, pensamos que somos muy distintos, pero las diferencias entre nosotros son muy pequeñas. Nos hacen felices las mismas cosas, y lo que más dicha nos proporciona es la vida social.

¿Así, la gente que vive sola es menos feliz que los que viven con alguien?
No necesariamente, lo que importa es la distancia psicológica de la gente, no la física.

¿Por qué dice que nuestro cerebro nos engaña?
De la misma manera que tenemos ilusiones ópticas, y al mirar una carretera parece que ambos lados se juntan en el horizonte, el cerebro también nos engaña al recordar algo que nos ha ocurrido en el pasado. Cuando almacenamos una experiencia, la reducimos a unos cuantos datos, la comprimimos, y luego, cuando la recordamos, la extraemos y rellenamos los huecos con detalles que no estaban ahí, pero lo hacemos tan bien y a tal velocidad que no nos damos cuenta y nos hacemos la ilusión de que ocurrió así.

También nos hacemos ilusiones con el futuro. Fantaseamos.
Sí. Cuando pensamos en el futuro, lo vemos mejor de cómo será, nos imaginamos triunfando más que metiendo la pata. En realidad, tenemos un optimismo poco realista respecto al futuro. Y también ocurre al contrario, cuando imaginamos cómo nos sentiríamos si perdiéramos un hijo o no pudiéramos mover nunca más las piernas, pensamos que no lo podríamos superar, pero hemos estudiado gente que ha tenido experiencias terribles y se recupera mucho más rápido de lo que piensa. Conforme pasan los años, regresan al punto en el que estaban o a uno muy cercano. La gente es muy resiliente, pero no lo sabe.

¿Es la felicidad sintética de la que usted habla?
Sí, tenemos un sistema inmunológico físico que nos defiende de las enfermedades. Y tenemos otro psicológico, que nos defiende de la tristeza. Cuando vivimos una experiencia terrible, que nos hace sentir muy infelices, el sistema inmunopsicológico manipula los hechos para ofrecernos una visión más positiva de la realidad.

E inventa una felicidad casi tan buena como la natural.
Sí, es una capacidad que tenemos todos, aunque en algunas personas el sistema inmunológico trabaja mejor. Pero sólo se activa ante ataques a gran escala.

¿A qué se refiere?
A que podemos llegar a perdonarle a nuestra pareja una jugarreta muy fea, y en cambio no le pasamos que deje los platos sucios en el fregadero. Es una paradoja, pero así funciona el sistema inmunopsicológico. En el ámbito físico se entiende muy bien: si nos rompemos una pierna, vamos al hospital, pero si nos hacemos un rasguño lo dejamos estar, es muy pequeño para hacer algo, pero quizás nos moleste durante semanas. Lo llamo la peculiar longevidad de las cosas no tan malas.

A veces perseguimos con tenacidad algo que deseamos mucho y cuando lo tenemos vemos que no nos hace tan felices.
Claro, y pensamos que el error está en lo que deseábamos, pero el error es pensar que la felicidad durará para siempre.

Es que nos gusta controlarlo todo.
Sí, pero eso no nos conviene. Aunque parezca lo contrario, los compradores son más felices cuando no pueden devolver lo que compran. Tener muchas opciones nos aturde. Queremos tener la libertad de cambiar de opinión, pero pagamos un precio y es la felicidad. Muchos piensan que esa es la razón por la que el matrimonio hace a la gente más feliz.

¿Los casados son más felices que los solteros?
La ciencia dice que los que están casados son más felices. ¿Por qué? Una posibilidad es que el matrimonio te hace más feliz, otra es que la gente feliz se casa más. Pues ambas son ciertas. Aunque quizá ahora esté cambiando porque mucha gente ya no se casa y es difícil creer que toda esa gente no será feliz. Veremos, mi predicción es que los beneficios del matrimonio irán a menos.

¿Y cuáles son los beneficios del matrimonio?
Cualquier situación que imagine es mejor en los casados. Son más felices, viven más, están más sanos, tienen más dinero, practican más sexo y lo disfrutan más.

Pero eso sirve también para las parejas que viven juntos sin estar casados.
No. Hay una diferencia legal. Si vives con alguien, el día que lo quieras dejar es fácil, pero si estás casado te costará más. Es más difícil salir del matrimonio, así que cambias la percepción de la realidad. Te levantas por la mañana y te encuentras los calcetines tirados por ahí y piensas: "Bueno, tiene otras cosas muy buenas".

Y el dinero, ¿hace más feliz?
Sí, sin duda. Pero la respuesta es más compleja. El dinero es una vía muy efectiva de hacer feliz a la gente que está en la pobreza, pero llega un momento en que más dinero no te hace más feliz.




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